Los antiguos griegos consideraban al círculo y
a la esfera como símbolos de la divinidad. Esto no es extraño, considerando la
repetición de estas figuras en la naturaleza.
El Sol, que permite la vida en la Tierra, y la Luna, que se utilizó para la creación de calendarios, también se ven como esferas
El Sol, que permite la vida en la Tierra, y la Luna, que se utilizó para la creación de calendarios, también se ven como esferas
Un gato se enrosca en una bola para dormir porque así
minimiza la pérdida de calor. En esta posición, expone menor superficie al aire
y conserva mejor su temperatura. Otros animales también se enroscan en sí
mismos para defenderse. Así ofrecen una superficie más pequeña a sus
depredadores.
Las burbujas de jabón son esféricas por la misma razón. Exponen la superficie más pequeña mientras contienen el máximo de volumen. Desde adentro, la fuerza interna empuja la pared elástica, que se topa con la presión opuesta del aire en el exterior. Cuando este balance se rompe, también lo hace la burbuja… y es tiempo de soplar una nueva.
Fascinantes, como son, tanto el círculo como la esfera perfecta, no existen en el mundo natural. Son figuras ideales. Lo que la naturaleza nos ofrece son solo aproximaciones que permiten a la mente humana ir más lejos e imaginar la perfección.
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